Buenos
días:
El pasado 11 de enero
alertamos, desde este espacio, de la situación caótica, irresponsable,
arriesgada y surrealista que podría producirse el próximo 14 de febrero durante
las Elecciones catalanas. Dicha columna la acabamos con el deseo de que se
replantearan y modificaran “de arriba abajo la organización de la jornada
electoral”. Pues bien, desgraciadamente, no ha sido así y, como siempre, con
perjuicio para los ciudadanos.
Y es que el próximo 14 de febrero se llevarán a cabo los comicios electorales autonómicos en Cataluña y, si nadie lo corrige, entre las siete y las ocho de la tarde ejercerán su derecho al voto, en los diferentes colegios electorales, las personas que estén contagiadas por Covid-19 y/o confinadas por contactos estrechos. Los miembros de las Mesas electorales deberán ponerse un equipo de protección individual (EPI), es decir, un traje EPI, durante esa franja horaria. Si hubiere dificultades para reconocer a un votante conforme a su DNI, a este se le podrá exigir que se baje la mascarilla. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI y, después de tantos meses fomentando el teletrabajo desde los diferentes gobiernos, nos veamos así? Pienso en aquellas personas que deberán prestar servicio en las diferentes Mesas electorales, ¿pueden tener derecho a renunciar a ello? La verdad es que deberían tenerlo, el miedo es libre. Además, las personas con Covid-19 que quieran mantener en su privacidad su estado de salud, si quieren votar, deberán exponerse públicamente en un horario determinado. Todo es dantesco.