Continuamos hoy con la Entrevista a Luis M. Cuesta Civís.
¿Cómo llega un
diplomático de carrera a secretario general de Política de Defensa?
La verdad es que no es la primera vez que ocurre. La Defensa
es, junto con la diplomacia y junto con la Política de Cooperación al
Desarrollo, una de las tres herramientas de nuestra Acción Exterior, una de las
tres herramientas para hacer Política Exterior. El perfil académico y el perfil
profesional para este puesto encaja bien con la formación que tenemos los
diplomáticos. Cuando se crea esta Secretaría General en 2001, el primer
secretario general que la ocupa era un diplomático. Existe también una larga
tradición de presencia de diplomáticos en el Ministerio de Defensa.
Como usted ha dicho, es el segundo civil que ocupa este puesto, ¿qué
representa?
El hecho de ser civil y no ser militar no supone nada en
sentido de que sea limitativo o restrictivo para el desempeño de mis funciones.
Éste es un puesto de dirección política y no es un puesto operativo. No es un
puesto que esté dentro de la cadena de mando militar, por lo tanto no se
requiere una preparación castrense específica para el desarrollo de este
cometido. Pone claramente de manifiesto que las Fuerzas Armadas están
perfectamente al día en puntualidad constitucional y en el cumplimiento de ese
deber que tienen de servir a España sometidos al poder político
democráticamente elegido por los ciudadanos.
¿Le han puesto alguna zancadilla desde los ambientes castrenses?
No, todo lo contrario. Yo he encontrado siempre en la gente
de uniforme colaboración en la época en la que era asesor para Asuntos
Internacionales del ministro de Defensa y ahora en este puesto de secretario
general de Política de Defensa.
¿Qué echa de menos de su paso por las Embajadas?
Yo echo de menos el trabajo de campo, el poder estar
representando y sirviendo a España en un país extranjero, con todo lo que eso
entraña de enriquecimiento personal por estar expuesto a diferentes culturas, a
diferentes maneras de ver el mundo y también por estar más en contacto con la
gente, con los ciudadanos españoles y con los ciudadanos del país en el que
estás acreditado.
Con sólo 38 años y poco más de año y medio como asesor de Asuntos
Internacionales del ministro de Defensa, primero con José Bono y después con
José Antonio Alonso, llega al cargo de SEGENPOL. Tiene que ser una persona muy
válida y competente…
Bueno, eso en todo caso no me corresponde a mí decirlo sino
que habría que preguntárselo a quien ha depositado su confianza en mí. Lo que
sí te digo es que yo asumo este puesto con gran ilusión, con dedicación, con
empeño y que es un trabajo que me place y que me gusta mucho. Me gusta estar
trabajando en lo que Calderón decía que es una “religión de hombres honestos”;
Calderón definía la Milicia como “religión de hombres honestos”. Para mí es un
buen gusto y un placer el poder trabajar en esto.
¿Es usted consciente
de que es el número 3 de Defensa?
Yo soy consciente de la responsabilidad que supone el estar
en un puesto de dirección y de gestión de nuestra Política de Defensa y eso es
lo que me preocupa en este momento. Nunca he estado muy atento a los
escalafones ni a la preferencia que uno ocupa dentro del Ministerio. Sí me
preocupa la labor y el poder llevar a cabo este cometido y poder llevar a cabo
mis funciones de la mejor manera posible y sirviendo bien a los ciudadanos, a
los contribuyentes, que al final son quienes nos pagan.
Este cargo conlleva, además, el ostentar la representación nacional en
materia de Defensa Civil en las organizaciones internacionales de Defensa
Colectiva o alianzas a las que España pertenezca. ¿Cómo se lleva tanta
responsabilidad?
Se lleva bien. A lo largo de mi carrera profesional he
estado bastante en contacto con organismos internacionales. He trabajado en el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, he trabajado también con el
Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, es decir, que conozco el mundo
multilateral bastante bien y las herramientas internacionales, y creo que este
conocimiento me viene bien a la hora de planear nuestra Política en las
Organizaciones Internacionales que tienen que ver con los temas de Seguridad y
Defensa.
Entramos ahora en cuestiones más políticas. Desgraciadamente, no hace
mucho hemos asistido a un trágico acontecimiento con la muerte de la soldado
Idota Roríguez en Afganistán. Sin ánimo de entra en polémicas, ¿por qué se le
ha concedido la Medalla al Mérito Militar con distintivo amarillo en lugar de
con distintivo rojo como solicitaba el PP? La soldado viajaba en una ambulancia
blindada y murió al estallar una bomba al paso del vehículo en un país que vive
un conflicto bélico. ¿No es eso una muerte en acto de servicio militar en una
situación bélica o de guerra?
Yo creo que debemos de huir del intento de sacar rédito
político al fallecimiento de una soldado y debemos evitar el intentar
instrumentalizar políticamente la sangre derramada. La soldado Idota Rodríguez
murió en una misión que es decente y que es noble, como dijo el ministro
Alonso; en una misión que busca dar seguridad a las tareas de desarrollo y de
reconstrucción en Afganistán. Yo creo que lo que nos corresponde en este
momento es rendir homenaje a nuestra soldado; reconocer el alto precio que las
mujeres y hombres que visten de uniforme pagan por servir a España y a los
españoles y mostrar el máximo respeto y respaldo a la familia en estos momentos
que son realmente difíciles. Respecto a la Medalla, ésta se concede a propuesta
del jefe del Estado Mayor de la Defensa, que es quien, a la luz de los hechos
ocurridos y tras la lectura del Real Decreto que regula la concesión de este
tipo de condecoraciones, lo propone al ministro de Defensa y el ministro de
Defensa lo autoriza. Es una propuesta que viene de la Academia Militar, que
viene de los mandos de esta soldado, a la luz de las circunstancias
concurrentes y del Real Decreto aplicable, hacen una propuesta al Gobierno. No
es por tanto una decisión política y deberíamos hacer todo lo posible para
evitar que se politice.
Y, ¿el Gobierno hubiera podido entonces, cuando llega esta petición,
solicitar otro distintivo al mando militar?
Insisto, no quiero entrar en valoraciones que lo único que
hacen es aplicar la instrumentalización. Es una propuesta que le llega al
Gobierno desde los mandos militares y el Gobierno en estos casos suele mostrar
el mayor respeto por unas propuestas que le llegan de la Academia Militar.
En el 2004 retiramos las tropas de Irak. ¿Retirarán también las de
Afganistán?
En Afganistán tenemos un compromiso con la Alianza Atlántica
en una misión que cuenta con un mandato expreso de Naciones Unidas y que, en
este momento, está siendo liderado por la OTAN, con 26 países aliados y otros
11 países que no son de la Alianza Atlántica, 37 en total; y tenemos un firme
compromiso para ayudar en dar seguridad a las tareas de desarrollo y de
reconstrucción, tanto reconstrucción física como de reconstrucción del tejido
institucional de ese país. Yo creo que no son situaciones comparables. En
Afganistán lo que hemos tenido es una alianza del norte que con apoyo
internacional derroca al régimen talibán que estaba allí establecido, por
tanto, un grupo armado afgano que se impone sobre otro grupo armado afgano, una
guerra civil, no una intervención extranjera y, mucho menos, una intervención
extranjera basada en razones que luego se han mostrado poco fundadas.
Pero en Afganistán son los Estados Unidos los que consiguen derrocar al
régimen talibán, con ayuda de Los Señores
de la Guerra y otros grupos de la oposición afgana, pero como consecuencia
de los ataques del 11-S cuando EEUU decide entrar en Afganistán.
Insisto, en Afganistán lo que hay es una victoria de la Alianza del Norte, apoyada desde fuera por Estados Unidos, sobre el régimen
talibán en una guerra además que ya venía habiendo desde hacía tiempo. Existen
algunos factores concurrentes en Afganistán que lo diferencian claramente de
Irak. En Afganistán, por primera vez se activó el artículo cinco del Tratado de
Washington, del Tratado de la Alianza Atlántica, que es el que establece un
mecanismo de defensa colectiva por el cual todos los aliados acuden en apoyo de
algún aliado que haya sufrido un ataque sobre su propio territorio. En segundo
lugar existe un mandato expreso del Consejo de Seguridad en lugar de un endoso
posterior de una situación que ya se había producido de facto, que es lo que ha
ocurrido en Irak. En tercer lugar lo que existe es, en este momento, el
liderazgo de todas las operaciones por parte de una organización internacional
de carácter militar y están concurriendo, además -porque la misión en
Afganistán es mucho más amplia que el sector seguridad-, la Unión Europea,
instituciones financieras internacionales o la propia Naciones Unidas -que
tiene una misión allí-, por lo que se dan unas circunstancias de legitimación
desde el punto de vista del ordenamiento jurídico internacional y también unas
circunstancias sobre el terreno, en cuanto al tipo de misión que se está
desarrollando allí, que no admite parangón posible con Irak.
¿Qué opina del helicóptero Cougar que se estrelló en el país asiático en
agosto de 2005 y en el que murieron 17 soldados españoles? Hay especulaciones
sobre que fue un ataque de los talibanes y que el Gobierno obligó a los
militares a no hablar de lo que ocurrió realmente.
Yo no opino. Lo que hay es un informe técnico elaborado por
la comisión de expertos que se formó para investigar el accidente del
helicóptero. Esta comisión ha emitido un informe técnico que es exhaustivo,
independiente y que es meridianamente claro al respecto, es decir, no hubo
ninguna intervención o acción externa alguna en ese triste episodio de nuestra
presencia en Afganistán. Yo, como órgano político del Ministerio, no puedo
emitir ninguna opinión política al respecto, en todo caso diré que se trató de
una auténtica tragedia que este Ministerio tiene muy presente y por la que
rinde homenaje a los diecisiete soldados que fallecieron en ese incidente.
Respecto a la OTAN, ¿cuál es su visión de futuro?
La OTAN está, en estos momentos, en pleno proceso de transformación
para adaptarse a las nuevas amenazas y a los nuevos desafíos. La cumbre de
Reaga, la que se celebró en noviembre del año pasado, fue la cumbre de la
transformación. ¿Cómo se adapta la OTAN a esos nuevos desafíos? El origen de
estos desafíos es que desaparece la guerra convencional y el tipo de amenaza a
la que nos enfrentamos no es tanto una guerra o una amenaza por parte de
Ejércitos formados o uniformados sino el terrorismo, proliferación de armas de
destrucción masiva que puedan caer en manos de grupos terroristas o en manos de
Estados fallidos incontrolados, el crimen organizado a escala transnacional e
incluso catástrofes naturales que en un momento determinado pueden llegar a
desestabilizar un país o frente a las cuales nuestra sociedades demandan una
respuesta articulada. La OTAN se está equipando para todo ello. La OTAN es, en
este momento, la herramienta militar, la organización de carácter militar más
importante que existe, pero, al mismo tiempo, ese poderío militar lo tiene que
utilizar también para convertirse en un instrumento del diálogo político. El
elemento disuasorio que le da la herramienta militar debe de servir para poder
establecer un diálogo político más estrecho con distintas áreas del mundo. ¿Qué
visión tiene España de la OTAN del futuro? Pues una OTAN que, desde el punto de
vista militar, sea capaz de proyectar seguridad a los países miembros y en las
zonas de nuestro entorno, pero también llevar a cabo misiones expedicionarias
lejos de nuestras fronteras, en un tiempo rápido y por mediación desplegada por
lo menos durante un año, pero que también lo pueda hacer buscando la
legitimidad que dan las Naciones Unidas y que le da el contar con mandato
expreso del Consejo de Seguridad, y en mayor coordinación con la Unión Europea,
porque la OTAN tiene capacidades militares pero ha renunciado a tener
capacidades civiles. En cambio, la Unión Europea está mucho mejor equipada para
estas misiones de gestión de crisis que son más globales y que combinan
elementos militares con elementos civiles como pueden ser el elemento policial,
judicial, reforma de la administración pública, etc., es decir, una OTAN capaz
de proyectarse lejos de nuestras fronteras, porque hoy en día las amenazas a
nuestra seguridad pueden provenir de escenarios alejados; una OTAN que
profundice en el diálogo político con todos sus socios, con sus partners, con los países con los que
tenemos contactos intensificados; que busque la legitimidad de sus acciones en
la ONU y que actúe en coordinación más estrecha con la Unión Europea.
¿De qué nos sirve a España, en la práctica sobre todo, cuando ni
Canarias, ni Ceuta ni Melilla entran dentro del territorio de la Alianza? Es
decir, la OTAN cubre lo que sería el territorio peninsular y las Baleares,
donde en principio no hay ningún tipo de problema, y menos haciendo frontera
con la Unión Europea y, en cambio, territorios como Ceuta, Melilla y Canarias,
que hacen frontera con Marruecos, y el reino alauí siempre reivindica ese
territorio como propio, si la OTAN allí no puede actuar, de qué le sirve a
España el elemento de defensa común cuando un territorio de la Alianza es
atacado.
Nosotros buscamos tener un vínculo trasatlántico robusto y
equilibrado. Creemos que ello es fundamental para la seguridad y la estabilidad
de Europa y por eso estamos en la Alianza Atlántica, por tanto no estamos sólo
por la seguridad inmediata que proyecta sobre nuestro propio territorio, sobre
espacios bajo nuestra soberanía, sino por el hecho de que la Alianza en sí nos
da seguridad frente a todas estas nuevas amenazas de las que hablaba antes.
Además, independientemente de si esos territorios están dentro de zona OTAN o
no zona OTAN, el mero hecho de que España forme parte de la Alianza Atlántica y
de que eso le permita tener un vínculo privilegiado con los Estados Unidos y
con los otros 24 aliados es un factor disuasorio importante para cualquier país
o sujeto de la comunidad internacional que se plantease una amenaza contra esos
territorios. Por otra parte, la defensa de las plazas en el norte de África y
de Canarias está suficientemente garantizada a través de los medios nacionales
y, también, a través de la relación que tenemos con los socios miembros de la
Unión Europea.
En un futuro, ¿se podría conseguir que esos territorios entraran dentro
de lo que es territorio OTAN?
No nos lo estamos planteando en este momento, no es una
prioridad para nosotros. Consideramos que están suficientemente bien defendidos
y su seguridad garantizada. Sí que estamos, en cambio, intentando una mayor
colaboración de los países de la Unión Europea, por ejemplo, en la lucha contra
fenómenos como el de la inmigración clandestina que llega a Canarias desde la
fachada occidental de África o al sur de España a través del Estrecho de
Gibraltar. Eso nos preocupa mucho más en este momento.
¿Cuáles serían sus propuestas para la Alianza Atlántica?
La herramienta de la Alianza más importante para su
transformación es la fuerza de respuesta de la OTAN. Es una fuerza cuya plena
capacidad operativa se declaró en la cumbre de Reaga en noviembre del año
pasado. Es la que se activó cuando ocurrió el terremoto de Pakistán en
diciembre de 2005 y España aportó el grueso de la fuerza para intervenir en la
misión de ayuda humanitaria. Nosotros, una de las cosas que queremos, es una
fuerza de respuesta de la OTAN que sea capaz de generar las fuerzas
suficientes, es decir, que cuente con los efectivos suficientes, porque uno de
los problemas es la falta de contribución con tropas de muchos aliados. En este
momento estamos en la 8ª MRF, una fuerza que va rotando cada seis meses. De
enero a agosto estamos en la MRF 8 y estamos solamente al 70% de efectivos de
los que deberían estar en servicio, y eso tiene que cambiar, tiene que haber
más naciones que contribuyan. España contribuye muy generosamente. Cuando se
cumpla la MRF 10, dentro de un año, habremos contribuido con hasta 22.000
efectivos a las distintas rotaciones de la Fuerza. Éste es el instrumento
principal de transformación porque es una fuerza expedicionaria donde tenemos
una fuerza de entrada que, ante cualquier crisis o ante cualquier necesidad de
gestión de crisis, se podrá desplegar rápidamente y tiene una capacidad de
autonomía para permanecer en el terreno durante un año mientras la comunidad
internacional decide qué otras medidas tomar para gestionar esa crisis. Para
ese MRF pedimos que se mejoren los mecanismos de financiación común. En el caso
de Pakistán, por ejemplo, España no sólo ha aportado el grueso de la fuerza
sino que corrió con los gastos del despliegue y el transporte, que es lo más
caro en cualquier operación y, claro, si cada país que aporta el grueso de la
fuerza además tiene que correr con estos gastos pues eso desincentiva a otros
países, sobre todo a los países medios y pequeños que podrían aportar tropas, a
participar, porque lo que no tienen es la capacidad económica para correr con
los demás gastos. Tiene que haber unos mecanismos de financiación común
previstos y unos mecanismos para la agilización de fuerzas.
En segundo lugar, una OTAN que actúe con mayor coordinación
con la UE. Existen los denominados acuerdos Berlín
plus por los que la OTAN pone a disposición de la Unión Europea capacidades
de planeamiento y medios para operaciones, pero creemos que ay que intensificar
más esa coordinación y conseguir un mayor diálogo estratégico entre las dos
organizaciones.
Y, en tercer lugar, profundizar más dentro de la OTAN el Diálogo Mediterráneo. El Diálogo Mediterráneo es un foro que
reúne a los 26 aliados junto a siete países del norte de África y de Oriente
Próximo. Es un foro que España ha impulsado desde 1994 que se venía reuniendo
en formato de ministros de Asuntos Exteriores y que, el año pasado por primera
vez, se reunió en formato de ministros de Defensa. Este año en Sevilla en la
reunión informal de ministros de Defensa de la OTAN hemos tenido la segunda
reunión de ministros de Defensa del Diálogo
Mediterráneo, y yo creo que ha sido un gran logro de España; no era fácil,
porque se ha hecho en un contexto realmente difícil en Oriente Medio, y había
resistencias, y esa reunión ha permitido consolidar este foro. Nosotros
querríamos que se le dotase de más presupuesto; que haya más invitaciones a los
países de la ribera sur del Mediterráneo a participar en ejercicios y a
participar en actividades académicas con nosotros; que los países del Diálogo Mediterráneo vayan presentando
sus programas individuales de cooperación y que se eleve este foro a un
verdadero partenariado. La OTAN tiene, con una serie de países, sobre todo del
centro de Europa, lo que se llama la Asociación
para la Paz (Partnership for Peace),
que es un partenariado. Queremos que el Diálogo
Mediterráneo se eleve a esa categoría.
Dejando el tema de la OTAN y refiriéndonos ahora a temas más de ámbito
nacional, ¿en qué se basan en la actualidad los pilares de la Política de
Defensa Nacional?
Los pilares vienen definidos en dos documentos muy
importantes: la Directiva de Defensa Nacional, que es de diciembre de 2004 y la
Ley Orgánica de Defensa Nacional de noviembre de 2005. Los pilares que definen
ambos documentos serían: actuación a través del multilateralismo, legitimidad
de nuestras intervenciones en el exterior conforme a la Carta de Naciones
Unidas y la participación del Parlamento en el proceso de toma de decisiones o
aprobación parlamentaria para poder enviar misiones al exterior. En cuanto a
los ámbitos geográficos, el primero es Europa, la Directiva de Defensa Nacional
dice que somos Europa y nuestra seguridad está indisolublemente unida a la
seguridad del continente; en segundo lugar, el vínculo transatlántico, la
relación con Estados Unidos, bilateral y también en el seno de la OTAN, una
relación que tiene que ser robusta y equilibrada; y, luego, atención
prioritaria a dos áreas geográficas, el Mediterráneo, como un área directamente
vinculada a nuestra seguridad, e Iberoamérica, por todos los lazos históricos,
culturales y de memoria compartida.
¿Qué ha cambiado en la política de Defensa desde que usted es secretario
general de Defensa?
En cinco semanas, en un cargo como éste, no es mucho tiempo
para poder dejar una impronta personal y, por otra parte, la dirección de la
Política de Defensa le corresponde al Presidente del Gobierno; la ejecución de
la misma le corresponde al ministro (de Defensa) y lo que la Secretaría General
de Política de Defensa hace es ayudar al ministro (de Defensa) en la
elaboración de las directrices y en la gestión diaria. En ese sentido existe
poco margen para la improvisación, y es bueno que sea así. Los grandes buques
no viran en redondo en un minuto; ese viraje lleva tiempo y requiere la
construcción de consensos. Sí que seguramente habrá un cambio de estilo porque
yo tengo una personalidad muy distinta a la de mi antecesor, que era un
excelente profesional y una persona que ha estado sirviendo a la defensa de
España y a los españoles durante más de 50 años, los 20 últimos en cargos de
máxima relevancia aquí, y que tiene las Fuerzas Armadas en la cabeza. En ese
sentido, yo, que tengo una formación distinta y soy diplomático, pues
seguramente le aporto una perspectiva y un estilo algo distinto a este cargo.
Insisto, no han cambiado grandes cosas. Sí hay algunos ámbitos en los que yo
quiero hacer particular incidencia, como es el de nuestras relaciones con
Iberoamérica, el poder poner en marcha, además de los planes que ya tenemos
bilaterales con los países iberoamericanos, algún mecanismo de carácter
multilateral en el ámbito de la formación y en el ámbito de los estudios sobre
el tema de seguridad y defensa. También querría impulsar más nuestra relación
con los países del Mediterráneo. Finalmente, querría impulsar todo lo que es la
cultura de Defensa, es decir, la divulgación y difusión de una conciencia
nacional de Defensa por un lado y, luego, lo que es la acción cultural de
Defensa, es decir, la gestión de todo el patrimonio histórico-artístico (los
museos, los archivos, las publicaciones, etc). Son tres ámbitos que me gustaría
impulsar particularmente durante mi mandato aquí.
Para ir concluyendo, vamos ahora a tratar temas más
sociales y cotidianos. ¿Qué tal sienta en Madrid que un catalán esté al frente
de la SEGENPOL?
Yo creo que muy bien, y eso es algo que noto en mis
colaboradores y en mis compañeros, aquí en el Ministerio. Los catalanes tenemos
fama de ser trabajadores y de ser buenos gestores y yo espero que ésas sean las
cualidades que, quienes han trabajado conmigo, aprecien realmente el día que
deje este cargo. Más allá de lo cual no
he notado que nadie me atribuya unas determinadas características por ser de
una región, o ser de una autonomía o ser de otra, o que me adscriba
geográficamente en determinado ámbito.
Y en Catalunya, ¿qué tal llevan que un leridano
llegue a esta responsabilidad?
Eso habría que preguntárselo a los catalanes, pero espero
que lo hayan recibido con el mismo orgullo con que lo he recibido yo.
¿Qué tiene La Pobla para que salgan tantos personajes
destacados? Pedro Cortina, Josep Borrell, Carles Puyol, Luis Cuesta, …
Te agradezco que me compares con ellos, sobre todo con
Carles Puyol. Yo creo que la Secretaría General de Política de Defensa tiene
mucho menos relieve que las personas que acabas de mencionar. Yo soy nacido en
La Pobla pero he vivido muy poco tiempo allí, por lo que no me puedo hacer
pasar por un chico de La Pobla porque en realidad soy más de ciudad que del
ámbito rural. He vivido mucho tiempo en Tàrrega, he vivido mucho tiempo en
Lleida, he vivido mucho tiempo en Zaragoza. La Pobla es, de todas formas, cruce
de caminos y está en el Prepirineo, al pie de los Pirineos. Es una zona, por lo
tanto, de intercambio, de flujo, de mercancías, de comerciantes, de turistas,
lo cual siempre ha facilitado la comunicación con otras zonas y, por otra
parte, la montaña, sobre todo unos años, era un ámbito muy duro y muy pobre y
eso empujaba a mucha gente afuera al no poderse ganar la vida en ese medio.
Probablemente, esas condiciones duras han dado personas con espíritu de
sacrificio y con espíritu de superación, y personas que, al tener contacto con
lo que ocurría más allá de las montañas y que, tampoco podían ganarse la vida
en ese medio, pues han salido fuera a probar fortuna.
Dicen de usted que es un trabajador concienzudo e infatigable…
Me gusta lo que hago y entonces no me importa dedicarle el
tiempo que haga falta. Espero de todas formas que, si esas cualidades son
ciertas, en realidad se traduzcan en resultados concretos y positivos y lo
importante no es sólo cómo es uno sino también los frutos que produce y el
trabajo que realiza. Los marinos, cuando llegan al mando de un buque, se desean
suerte, pero no se dan la enhorabuena; la enhorabuena se la dan al final,
cuando dejan de ser ese mando. Yo espero poder aplicar esas cualidades, hacer
una buena gestión y, ojalá que, después de mi paso por aquí, me puedan dar
también la enhorabuena.
¿Qué se trajo de su paso por Italia?
De mi paso por Italia me traje un montón de amigos y el
gusto por la vida. Los italianos son una gran civilización, son un pueblo de
comerciantes, de navegantes, fueron imperio, dieron grandes juristas en el
mundo, y, entonces, son un pueblo que le saca mucho partido al día a día, le
saca mucho partido a la vida, al momento. El gusto por el diseño; por el vestir
bien; el mantener las recetas tradicionales; el mantener el pequeño comercio,
han sabido combinar, quizá mejor que nosotros, la modernidad con el estilo de
vida de los hábitos tradicionales; el gusto por la vida y esa civilización de
la que te impregnas, sobre todo en Roma, simplemente andando por ella y sin
necesidad de hacer nada más.
Y, ¿de Colombia?
Pues algo muy parecido. Colombia es un país muy intenso,
donde hay una gente maravillosa, unos paisajes increíbles y donde ocurren
también cosas terribles. Fue Gabriel García Márquez quien dijo que “sólo un
país con tanta vida puede soportar tanta muerte”. Y entonces también he
aprendido de ellos el gusto por la vida y el vivir el momento.
¿Le ha dado algunos consejos su antecesor, el
almirante general Francisco José Torrente Sánchez?
Yo llevo mucho tiempo trabajando aquí y a lo largo de estos
dos años en que yo he estado de asesor de Asuntos Internacionales he forjado
una relación de amistad con él. Hemos pasado muchas horas en el Falcon, en el Airbus, viajando, asistiendo a reuniones, preparando conferencias,
etc. Es una relación que va más allá de lo profesional, es una relación de
amistad y, todavía ahora, solemos hablarnos con bastante frecuencia. Consejos,
¡guárdenos Dios de dar consejos!, pero quizás uno que sí recuerdo en particular
es uno que me dio cuando llegué aquí; piensa que en este despacho yo había
despachado muchas veces con él, sentado al otro lado de la mesa, y te sientes
un poco abrumado al principio; piensa que aquí, en esta silla, en esta butaca,
se sentaron antes de mí dos digenpoles
a los que asesinó ETA; o el tener aquí el cuadro del general Castaño, héroe de
la victoria de Bailén, que vigila todos mis pasos y todos mis trabajos, todo lo
que hago; entonces le dije al almirante: “me siento un poco abrumado” y,
entonces, el principal consejo que él me dio fue: “no te preocupes, sé tú
mismo. Sé tú mismo. Tienes experiencia, tienes el conocimiento, sabes de
relaciones internacionales, todo eso se da por adquirido, no te preocupes. Lo
que va a marcar la diferencia es que seas tú mismo”. Y yo creo que es el mejor
consejo que me dio y es lo que intento hacer cada día.
¿Qué diría que puede aportar el Ejército a los jóvenes?
Les aporta, en primer lugar, el aprender una profesión que
luego les puede servir también en otros ámbitos del mercado laboral o de la
vida profesional, pero, sobre todo, les aporta el poder trabajar para algo tan
importante y tan querido por los ciudadanos como es nuestra propia seguridad.
La Defensa forma parte de un concepto más amplio de Seguridad, donde estarían
también los derechos humanos, la
democracia, el progreso económico, el desarrollo, … pero también está la
Defensa y es el poder estar en la vanguardia de aportarles a nuestros
ciudadanos esa Seguridad y, el hacerlo, hoy día, con unos medios y con unas
capacidades modernos y, en contacto, además, con otras disciplinas y con otros
países.
España quizá no tenga una tradición militar como otros países, si bien,
hace unos años, una de las razones que alegaban los jóvenes para no entrar en
el Ejército, era el sueldo. Ahora, el sueldo base de un soldado, ¿en cuánto se
sitúa?
En cifras, yo no te lo sé decir en este momento. Te puedo
decir que el año pasado el Gobierno hizo un esfuerzo importante por incrementar
los salarios de los militares y, sobre todo, de las escalas más bajas y, que
eso y la excelente consideración que de los militares tienen en la sociedad,
porque en las encuestas de opinión, el Ejército es una de las instituciones
mejor valoradas, eso es lo que nos ha llevado a colmar un déficit que teníamos
en reclutamiento. En este momento, creo que nos falta solamente 7.000 soldados
para completar el total de efectivos que las Fuerzas Armadas se han marcado
como objetivo. Debíamos tener unos 130.000 y estamos en algo más de 123.000:
80.000 en Tierra; algo más de 20.000 en la Armada y 20.000 en el Ejército del
Aire, o sea, que ha habido un incremento importante.
Podemos entonces decir que se ha superado esa etapa
en la que el Ejército se podía ver como algo rancio, sobre todo como
consecuencia del complejo que se arrastraba tras haber sufrido una dictadura.
Hoy en día, 30 años después del final del franquismo y por lo que se ve en las
encuestas donde el Ejército vuelve a ser valorado positivamente, ¿está superado
ya todo esto?
Yo creo que, afortunadamente, sí. Las encuestas y las cifras
de reclutamiento nos apuntan en esa dirección.
Entiendo. Bien, pues muchas y mucha suerte en este nuevo cargo.
Muchas gracias a ti.