Agatha Christie vuelve a presentarnos una novela cuya trama central se desarrolla a partir de un crimen. Estamos ante una novela policíaca cuya acción transcurre en el apacible y tranquilo pueblo de Little Furze. Iremos conociendo paulatinamente a una serie de personajes entre los que se encontrará el propio asesino.
A diferencia de en otros de sus relatos, en este, Agatha Christie nos permite sospechar e incluso acertar y dar con el asesino, aunque en el libro no se desvelará hasta el final y será gracias a un personaje totalmente secundario que tan solo aparece en el desenlace del mismo. Se trata de una amiga de los Calthrop que tiene aficiones detectivescas.
A pesar de que la obra tiene un desenlace muy rápido y un tanto predecible, el final contiene también algunos detalles sorpresivos. Se trata de una novela con una narración y unos diálogos fluidos y, en ocasiones, nos presenta alguna descripción espacial.
El libro, además de una trama principal que gira en torno al misterio, la intriga y una investigación policial también nos descubre el lado más romántico de la autora a través de varias relaciones amorosas. Los personajes de la historia tienen diferente tratamiento en cuanto a la importancia y la descripción de los mismos y, en algunos de los casos, podemos apreciar en ellos una evolución psicológica. En esta ocasión, el listado de personajes no excede en demasía y podemos seguirlos todos y cada uno de ellos a través de las páginas de la novela.