"¿De
dónde sacaron las ingentes riquezas acumuladas?
Fue
cuestión de tiempo, aunque poco, teniendo en cuenta que el poder de la Orden del
Temple duró escasamente 200 años.
1-
Probablemente, siguiendo el ejemplo del Conde de Champagne, Hugo Rigau (si
recordamos, se convirtió en el noveno fundador, poniéndose a las órdenes de
quien había sido su vasallo, donando al Temple todas sus riquezas y posesiones),
a través de donaciones. Llegó un momento en el que las más preclaras familias
francesas quisieron tener un hijo, un hermano u otro familiar que fuese
templario. Para ello donaban ingentes sumas de dinero como dote. Fue un hecho
que se puso de moda.
2-
Merece la pena recordar los viajes que, según algunos cronistas, realizaban a
Sudamérica en busca de plata, partiendo del puerto de La Rochelle.
3-
Su valentía hizo que los reyes, nobles y prohombres ricos les diesen en
custodia sus riquezas.
4-
En ese instante “inventaron el cheque de viaje, la hipoteca y el pagaré”. Me
explico:
Cuando
uno de estos personajes necesitaba dinero, no le entregaban dinero ni joyas. Le
daban “dinero templario” por medio de un documento propio del momento. Pero las
riquezas permanecían en las arcas de la Orden.
Si cualquiera de ellos marchaba a las cruzadas y
necesitaba dinero para pagar sus huestes, le extendían un “cheque de viaje”, un
documento en el que figuraba la cantidad solicitada.
En
cualquiera de las innumerables casas de la Orden le entregaban una cantidad
descontando la suma entregada del documento. Al mismo tiempo hipotecaban sus
posesiones. Así, si cualquiera de ellos perecía en el combate o en el camino,
todo pasaba a los templarios.
Los
documentos secretos estaban escritos en un alfabeto secreto, valga la
redundancia, formado por la “Cruz Ochavada”.
(Observación 1: Aunque en algunas partes
aparecen varias letras, unas corresponden al ángulo superior, otras al ángulo
central y otras al ángulo interior, bien sea interno o externo).
(Observación
2: Hay que tener también en cuenta que los números, en aquella época, podrían
ser romanos:
I,
II, III, IIII o acaso IV, V, VI, VII, VIII, VIIII o acaso IX, 0 (valor este
último aprendido seguramente de los judíos, porque era desconocido en Occidente.
Sin embargo, lo conocían los mayas. También conocían el sistema binario que se
usa para la programación de nuestros ordenadores).
Además,
cada encomienda y cada maestrazgo tenían su propio alfabeto, todos diferentes.
Pasado algún tiempo, no tenían más que dar un cuarto de vuelta a la cruz para
que las letras cambiasen.
Las
cuestiones comerciales y extensión de documentos mercantiles, aunque parezca un
invento de los templarios, seguramente lo aprendieron de sus “amigos” los
judíos. Ya escribimos que donde había juderías, cerca estaba el palacio o casa
de los templarios. Precisamente esa amistad les valió la acusación de
“confraternidad con los infieles”, cuando fueron exterminados y la Orden
disuelta.
Autor: Jesús Martínez
Pinceladas Templarias (1), por Jesús Martínez