Queridos amigos:
Hoy volvemos a tener entre nosotros una colaboración de un gran pedagogo y profesional del sector financiero, Valentín Medina Oria. De nuevo nos vuelve a dejar un muy interesante artículo que espero disfrutéis.
Por Valentín Medina: El ser humano y el dinero
En la actual situación económica
adversa, la mayoría de los ciudadanos se encuentran desorientados por la
cantidad de información que reciben a través de los diferentes medios de
comunicación existentes, pero también por todo tipo de contertulios que exponen
su visión de lo sucedido, desde académicos hasta profesionales del sector
financiero, sean antiguos directivos o empleados de entidades financieras como
gestores de bolsas, hoy denominados con el anglicismo “brókers”.
Pero simplemente ha sucedido lo
mismo que en otras épocas de la historia del ser humano desde que apareció el
dinero y su efecto, aunque con una diferencia: hoy las economías están más
sincronizadas entre sí.
La primera forma de comerciar del
ser humano fue el trueque. Las
personas intercambiaban entre sí lo que fabricaban o producían. Pero a dicho
sistema le sobrevino un gran problema, ya que las personas que intercambiaban
el producto o productos fabricados acababan estando cubiertas y sin posibilidad
de obtener otros productos.
Cuando el ser humano conoció la
ganadería y la agricultura, junto con los problemas que conllevaba el sistema
del trueque, provocó que quienes comerciaban buscasen una referencia básica que
sirviese para adquirir los productos, el ganado y el trigo. De esta forma, los
productos que fabricaban se adquirían por una cantidad de trigo o un número
determinado de ganado, así nació el bien-moneda.
Ello obligó al ser humano a realizar grandes desplazamientos a otros
territorios para poder seguir comerciando y obtener otros productos. Esto
provocó nuevas formas de pagos. Otras culturas realizaban los pagos con metales
e, incluso, conocimos el pago mediante una moneda fabricada en metales. De esta
forma nació la moneda-metálica. Esta
nueva forma de pago fue aceptada de forma inmediata por todos aquellos que
comerciaban.
Pero como sucedió con el bien-moneda, el ser humano tenía que
desplazar cantidades ingentes de moneda-metálica,
lo cual suponía un gran problema. Como las personas seguían realizando grandes
desplazamientos, pudimos conocer una nueva forma, la letra. Este sistema suponía
para el comerciante poder reclamar la deuda que había contraído en moneda-metálica. En Europa surgió “Páguese a ¡K.”, la antesala
del cheque; luego apareció el billete, aval, etc.; así nació el papel-moneda.
También surgieron los bancos. Los
comerciantes depositaban la
moneda-metálica como
papel-moneda y quien ejercía de
banquero realizaba las anotaciones. Este tipo de anotaciones era una forma de
expresar los movimientos que realizaban los comerciantes entre sí. Así surgió
la
moneda-bancaria.
Los avances en tecnología provocó
que el ser humano innovara en nuevas formas de cobros y pagos. Surgieron las
tarjetas -de débito, crédito, monedero, etc.- junto con los aparatos
electrónicos a tal efecto, conocido como TPV y que podemos encontrar en la
mayoría de establecimientos. Esta nueva forma se conoce como moneda-plástico.
En la actualidad se ha creado una
nueva forma de pago a través de una moneda-electrónica
conocida como “bitcoin”. Esta nueva forma de cobro/pago para adquirir bienes y
servicios ha tenido el respaldo de dos tribunales en Alemania y Estados Unidos,
pero tendrá que cumplir con las normativas nacionales e internacionales y, en
caso necesario, se deberá crear la legislación correspondiente.
Como podemos deducir, desde la
aparición del bien-moneda hasta la moneda-electrónica, simplemente hemos
realizado conversiones entre las mismas. Será mucho más fácil de entender con
un ejemplo: imaginemos que nos pagan nuestro trabajo de un mes con un cheque (papel-moneda). Lo llevamos hasta nuestra entidad financiera para
ingresarlo y el empleado realiza una anotación en nuestra cuenta bancaria (moneda-bancaria). Luego, a los dos días,
acudimos a nuestra entidad financiera y retiramos una cantidad de dinero que
necesitamos. El empleado realiza la correspondiente anotación (moneda-bancaria) y nos entrega el
dinero en billetes y monedas (moneda
metálica y papel-moneda).
En la actualidad, los gobiernos
siempre han deseado el control de la moneda en sus diferentes formas. En el
actual sistema existen dos monedas: por un lado la moneda-bancaria y, por el otro, la moneda-metálica y el papel-moneda.
Esto supone que el Banco Central Europeo tiene el monopolio de la moneda-metálica y papel-moneda, es decir, monedas y billetes de curso legal. Mientras,
las instituciones financieras pueden crear moneda-bancaria,
que son las anotaciones a partir de los depósitos.
La moneda nos hace sentir
independientes y responsables de nuestra vida. Tener una adecuada relación con ella
significa, en cierto modo, poseer un buen equilibrio. Pero conseguir esto no es
nada fácil.
Como podemos deducir, la historia
de la moneda está llena de trivialidades incomprensibles, detalles sin sentido,
delirios y locura. El impulso adquisitivo siempre ha sido un importante factor
motivacional de la conducta humana. Lo que diferencia a las sociedades
afluentes modernas de otras civilizaciones y culturas es la prioridad que se le
ha dado a la riqueza material y la influencia decisiva de la moneda en casi
todos los aspectos de la vida ordinaria, sobre todo como fuente de poder.
Las investigaciones realizadas en
los niños señalan que la noción más primaria de la economía infantil es la
imagen de la moneda como símbolo de relación vinculado con la obtención de
placer y la satisfacción de necesidades y deseos. Las niños construyen, desde la
más temprana edad, esquemas mentales de intercambio y pueden comprender la
utilidad de la moneda para adquirir dulces y chocolates.
Ahora podremos entender la base
de la actual situación adversa que vivimos. Hasta que no volvamos a realizar la
conversión de los valores económicos por los valores humanos no podremos poner
las soluciones a la propia situación.
Autor: Valentín Medina Oria