Nicolás Maquiavelo |
Para mantener un Estado son
necesarias, según Maquiavelo, las virtudes cívicas y algunas instituciones –la religión,
las leyes, y el ejército principalmente-. En este contexto, religión se refiere
a un hecho social o a una sociedad que mediante una fe colectiva se vea
obligada a respetar la palabra y al Estado. El Estado es la única institución
capaz de garantizar una vida civilizada. En este sentido, la moral acontece
como una importante característica. En las páginas centrales del libro es donde
encontramos las fundamentales para entender cómo ciertos actos buenos, para la
moral de la sociedad, realizados por un individuo dañan al Estado y a la propia comunidad, y cómo determinados
actos malos, según la moral colectiva, acontecidos por ese mismo individuo,
pasan a buenas acciones en política y benefician al Estado y a la sociedad.[1]
Nicolás Maquiavelo indica que todo príncipe debe tener un secretario leal y, además, este debe ser inteligente y ponderado. Este secretario deberá aconsejar en todo momento a su príncipe. También es importante destacar los tres tipos de príncipes que el autor diferencia en las páginas de esta clásica obra humanista:
1. Príncipes muy inteligentes y muy capaces.
2. Príncipes que son menos inteligentes (que los
primeros) pero que son capaces de escoger a sus secretarios y darles poder.
3. Príncipes estúpidos que no son capaces ni de
gobernar ni de dar el gobierno a otros que gobiernen en la sombra.
Entre los consejos que el autor da al futuro príncipe destacamos uno muy
importante –como el propio Maquiavelo señala-: un príncipe no debe ser nunca
odiado por el pueblo. Un gobernante debe ser capaz de mantener su autoridad
sobre la corte pero también sobre el pueblo, pero nunca debe ser odiado por
ninguno de los dos. De no ser así, los días de su mandato están contados. En
este aspecto es donde la pregunta en torno a si un príncipe debe ser cruel o
piadoso centra todos los pensamientos. Según Maquiavelo, realmente un príncipe
debe ser cruel en una medida de la que no debe bajar, pero tampoco traspasar.
Todo gobernante debe mantener siempre intacta su autoridad, pero como
anteriormente se ha mencionado, no debe traspasar los límites de la opinión del
pueblo. Si entremezclamos ahora los aspectos de crueldad y conquista mediante
las armas, el autor señala que, una vez conseguido el poder, el gobernante debe
eliminar a todos sus oponentes. Esta medida, considerada necesaria por
Maquiavelo, la justifica indicando que, de no ser así, estos oponentes serán
una constante amenaza para el gobernante y para su gobierno y, a la larga, las
posibilidades de que estos se subleven e intenten un asalto al poder mediante
revoluciones será una posibilidad que se deberá tener muy en cuenta.
[1] Comp. Petronio, Giuseppe, Historia de la Literatura Italiana, Ed. Cátedra, 1990; pág. 308.