Hoy vamos a conversar con Carlos Llorente del
Campo, médico dentista de profesión y autor de un maravilloso libro de lectura
pausada y abundantes datos que asimilar. Estamos hablando de La primera
Semana Santa de la Historia, publicado en 2010. La entrevista de hoy se ha
publicado de manera inédita en el número 3 de la Revista de Arte
Multidisciplinar MISTIUM (febrero de 2013).
Título: La primera Semana Santa de la
Historia
Autor: Carlos Llorente
Ciudad y Año Publicación: Madrid, 2010
Editorial: Homolegens
Llorente es oriundo de Madrid donde nació un 30
de octubre del año 1944. Licenciado en Medicina y Odontología. En la actualidad
comparte consulta con otro odontólogo. En 2010 publicó el libro La primera
Semana Santa de la Historia. A partir de ese momento, durante la Semana
Santa atiende llamadas de radio y televisión para hablar de la Pasión. También
durante esas fechas realiza conferencias sobre el tema en diferetes localidades
invitado por asociaciones vecinales y por grupos de tertulias privadas.
1. En primer lugar y saltándome el orden lógico de las
preguntas, dígame, ¿quién era Jesús de Nazaret?
La pregunta está en pasado, por lo que le contestaré que Jesús fue el
crucificado que aparece en la Sábana Santa.
De la observación de las figuras que aparecen
en ella y de las huellas de sangre, se desprende que era una persona
excepcional. Así, viendo la cara prodigiosamente grabada en la tela, se da uno
cuenta de la impresionante majestad del personaje y la inmensa paz que
transmite. Se le ve como si estuviese en profunda oración, cuando es imposible,
porque es la cara de un muerto, lo que da una pista para saber quién podría
ser.
Si además vemos que fue capaz de superar una
terrible flagelación con látigo terminado en bolas de plomo (recibió 120 golpes
de este flagelo), que ningún hombre sería capaz de aguantar, y acto seguido,
estando medio muerto, es obligado a caminar con un madero de 50 kilos 800 metros
cuesta arriba hasta el patíbulo, y lo consigue, te das cuenta de que esto no es
normal. Como colofón: el edema pulmonar que le sobrevino al fallecer. Ningún
paciente que padece esta afección puede dar un fuerte grito, como dio Él al
morir, porque carecen de aire y de fuerza. Si médicamente esto no se puede
explicar, solamente cabe admitir que participaba de la divinidad, o tal vez es
Dios mismo.
2. Según su criterio, recogido
en su libro, Jesús es Dios. ¿Resucitó en cuerpo y alma?
Es la prueba del algodón, se puede decir,
porque pruebas de su divinidad las fue mostrando con sus inauditos milagros, y
he contribuido a explicar esta realidad comentando en la entrevista los
padecimientos tan brutales que padeció en la Pasión, que solamente una persona
que fuese Dios podría superar.
Su resurrección es el milagro de los
milagros: fue portentoso. Con ello demuestra que es Dios, pero incluso de ser
esto tan maravilloso, es necesaria la fe para poder asimilarlo.
Imagínese a Jesús, que ha sufrido las
penalidades que cuento en mi libro; que pierde hasta la última gota de sangre,
según también explico; que es depositado sin vida en una gruta excavada en pura
roca y cerrada su pequeña abertura con otra roca de una tonelada de peso, por
tanto sin posible escape; que además hay una guardia formada por soldados del
ejército más poderoso del mundo en aquel momento, con todo su armamento y con
el añadido de los judíos, que querían que estuviese ese cuerpo bien guardado,
pues Jesús les había dicho que al tercer día resucitaría, y se supone que ellos
estarían al loro… y que al tercer día
se produce un terremoto que hace caer la roca que tapaba la entrada de la tumba
y cuando los soldados entran en ella se encuentran con la sorpresa de que el
cuerpo no estaba… Es el testimonio de no
creyentes.
¿Qué hemos de pensar? ¿Resucitó, o nos
dieron el cambiazo? Si el cuerpo desapareció, ¿cómo sería Cristo ya glorioso?
¿El mismo de antes…?
3. Una pregunta obligada:
¿por qué escribe este libro?
El origen del libro está en un viaje en solitario a una lejana ciudad
española para asistir a la boda de un familiar. Como conducía solo, me vino la
desazón de cómo podría aprovechar bien aquellas horas de viaje, y a renglón
seguido me surgió el gran deseo de por qué no hacer la historia de la Pasión, ahora
que disponía de tiempo, utilizando todos los datos que tenía en mi cabeza de la
Sábana Santa. Paré en una pequeña ciudad y compré una grabadora de casetes; el
resto del viaje lo hice grabando en voz alta mientras conducía despacio, por lo
que llegué tarde al acto. Fue el esbozo del libro, pues, ya en mi casa, lo
amplié; pasé a papel; luego compré un pequeño ordenador y, al final, surgió un
folleto con la historia. La idea era regalarlo a la clientela. Pero este
librito llegó a manos del editor de Homo Legens, que me buscó para convencerme
de que lo publicase en su editorial, y así nació el libro.
4. Ahora una pregunta doble.
Su obra es muy científica y muy acurada. ¿Cómo ha conseguido datos tan
precisos? Y, ¿por qué en la actualidad se ofrece en bastantes ocasiones
una versión edulcorada de la Pasión de Cristo?
De la primera pregunta le diré que todos los
datos sobre las heridas de Cristo las he obtenido tras muchos años de paciente
lectura de libros sobre la Sábana Santa, unido a mi formación médica y a mi
curiosidad como persona de fe. También del estudio del Sudario de Oviedo, que
contiene sangre de edema pulmonar. Tal vez también haya influido mi profesión
de dentista que te obliga a ser muy detallista en la causa del problema y su
resolución. Además, he utilizado maquetas hechas por mí mismo para ver las
posibles posturas que Jesús pudo adoptar según las huellas de sangre dejadas en
la Sábana Santa. Todo esto no tiene nada de extraordinario porque cualquier
persona a la que le interese el tema puede hacer exactamente lo que hice y
llegar a parecidas conclusiones, pues me considero una persona corriente.
Sobre su segunda pregunta: efectivamente no se
cuenta la Pasión como en realidad pasó, y si se intenta, te expones a que te
tilden de ser un poco exagerado, como le pasó a Mel Gibson con su película “La
Pasión”. No alcanzo a comprenderlo; tal vez porque nos avergoncemos de Cristo
crucificado, que puede ser por ignorancia de lo que hizo y sobre todo de por
qué quiso hacerlo. Se han querido quitar los crucifijos en establecimientos. Es
posible que sea debido a estar sumidos en la civilización del confort, que hace
desagradable todo lo que signifique sufrimiento, prestar ayuda al que lo
necesite, ocuparse de los problemas de la sociedad…
5. ¿Cuáles fueron, desde un
punto de vista médico, las causas, del fallecimiento de Jesús?
La causa última fue la parada cardiaca. Pero
antes, lo que le falló, fue todo el sistema. Le contaré: como consecuencia de
la brutal flagelación, que determinó su rápido fallecimiento en la cruz, se
afectaron gravemente los siguientes aparatos:
El respiratorio, con inflamación de la pleura
y del parénquima pulmonar (la masa interior, para que lo entienda); y como
consecuencia: hipoxia (asfixia), disnea (poca capacidad de inhalar aire, por lo
que tiene que hacerlo repetidas veces en poco tiempo), tos, y mucho dolor en
cada respiración.
Corazón: inflamación del pericardio y gran
acúmulo de líquido con dolor como de muerte inminente. Sobrecarga cardiaca con
una gran taquicardia que hace defectuoso el bombeo sanguíneo. Posibles mareos
del paciente.
Hígado: gran inflamación, con caída del
glucógeno, por lo que el paciente se quedó sin fuerzas para moverse.
Riñón: al golpear el plomo las fibras
musculares, estas, al romperse, inyectaron al torrente sanguíneo infinidad de
escombros musculares de actina y miosina, componentes de la fibra muscular, que
al pasar por los riñones los dejaron, sin duda, obstruidos, quedando estos sin
función y el paciente en una gravísima anuria (imposibilidad de hacer orina), y
acidosis sanguínea con uremia (la sangre se hace ácida, muy peligroso, y ácido
úrico en sangre).
Una vez colgado en la cruz se agravó todo por
la suspensión del cuerpo que sobrecargó el corazón y, unido esto a la asfixia
al no poder respirar bien, junto con la gran acidez de la sangre, le provocó el
edema pulmonar y la muerte. Aunque esto último lo quiso controlar Jesús, que
murió cuando quiso, como se puede sospechar por el edema pulmonar final. Una
persona con edema pierde la conciencia y, sin embargo, Él estuvo con la mente
perfectamente lúcida hasta su final, tanto es así que incluso habló. Expiró
tras dar el fuerte grito, que médicamente no tiene explicación, y no se sabe de
dónde sacó las fuerzas y el aire para darlo.
6. Y ahora, desde un punto
de vista espiritual, ¿por qué murió Cristo?
Ya dije antes que murió porque quiso. También
dije que era un hombre extraordinario; que era y es Dios; si no, no tiene
explicación lo de la Pasión.
Le contaré un sucedido que me impresionó para
que sus lectores comprendan por qué quiso Jesús morir. Es solo un ejemplo,
naturalmente:
Este verano leí en un diario deportivo la historia de un
deportista que participaba en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Se trata del medallista de Sudáfrica, Achmat Hassiem. Le faltaba la pierna derecha por debajo de
la rodilla y acababa de ganar la medalla de bronce de los 100 metros a nado en
la modalidad de mariposa. Contaba el periódico que le faltaba la pierna porque
se la comió un tiburón y, a continuación, relataba cómo fue: Era el año 2006.
El protagonista, de 24 años, estaba en una playa de Ciudad del Cabo
descansando, viendo cómo se bañaba su hermano más pequeño, de 17 años, cuando
de repente tuvo un gran sobresalto al ver la aleta de un gran tiburón blanco.
Se levantó inmediatamente y se lanzó al agua para socorrer a su hermano. Se
trataba de un tiburón de cuatro metros y medio de largo, de la variedad más
peligrosa. Comenzó a chapotear en el agua para atraer la atención del animal
mientras pedía socorro a voces. El animal dio varias vueltas a su alrededor y
se sumergió. Notó como su cuerpo le rozaba. De repente lo vio salir con la gran
boca abierta y le mordió en su pierna derecha, arrastrándolo a la profundidad.
Comenzó a darle patadas con la otra pierna y golpes con los puños, pero cada
vez estaba a más profundidad y llegó un momento en que el animal sacudió
violentamente su cabeza; entonces la pierna se separó del cuerpo, pudiendo
salir a la superficie y ganar la orilla. Entrevistado posteriormente dijo que “lo más importante era la vida
de su hermano. Perder una pierna no es nada. Lo que no hubiese podido superar
era la pérdida de él».
Si trasladamos este ejemplo
a Jesucristo podemos barruntar por qué quiso morir por nosotros. La respuesta
está en el misterio del mal y del pecado.
Hágame
alguna aclaración más, ¿por qué Jesucristo tuvo que morir para salvarnos?
Era necesario, como explicó a sus apóstoles en la semana de su
prendimiento en Jerusalén, pues les dijo: “Si el grano de trigo no muere queda infecundo, pero si
muere dará fruto abundante”, en san Juan cap. 12, 24.
Se refería a Él.
¿Qué fruto
consiguió con su sacrificio?: La Vida, con mayúsculas, para nosotros; murió
para que viviésemos. Nos abrió el Cielo, del que san Pablo dice que es tan maravilloso
que “ni
ojo vio, ni oído oyó, ni a ningún hombre se le ha ocurrido pensar, lo que Dios tiene
preparado para los que le aman”, en Corintios, I.2,9. En
mi libro sobre la Pasión, el hallazgo de las imágenes fetales en los cortes de nivel
para hacer la maqueta del Calvario es muy sugerente, pues en la cumbre está
el Hombre-Dios muriendo y, por debajo, naciendo una Nueva Vida que, por cierto,
comienza aquí, aunque será plena cuando nos toque.
7. Usted dedica especial
atención a la Sábana Santa en su libro. ¿Qué nos puede decir al respecto?
Hay quien se pone nervioso cuando oye hablar de
ella, pues dicen que la ciencia ya demostró que es falsa. Es lo que algunos
piensan y no quieren por ello saber nada. Yo les diría que se quiten de falsos prejuicios -lo subraya a adrede-, porque se pierden conocer algo tan impresionante
que ha merecido a la ciencia un interés mayor que el mostrado por ningún otro objeto
del mundo y que, por otra parte, la misma ciencia ha demostrado que la datación
del radiocarbono, que fue por la que dictaminaron precipitadamente la falsedad
del lienzo, fue errónea porque estaba contaminada. El tejido que recortaron
para el experimento incluía fibras jóvenes de algodón debido a una compostura
que se hizo en Francia en la Edad Media, lo cual dio un resultado de contenido
en radiocarbono falso. Esto que digo fue demostrado por el científico experto
en textiles Ray Rogers, fallecido en el año 2005.
Su estudio satisface a quien quiera conocer más
íntimamente a Jesús, pues permite conocer los pormenores de su Pasión, como lo
relato en el libro. Y no cabe duda de que se sorprenderá de las cosas que irá
descubriendo, pues aunque parezca mentira, siempre se ven cosas nuevas; es
inagotable. Un amigo me enseñó en su ordenador un vídeo sobre la Sábana Santa
en alta definición, y estaba sorprendido porque en la mancha de sangre que hay
en un tobillo se ve claramente la imagen de la cara de un hombre con barba, y
no es una interpretación, porque yo la he visto.
8. Recientemente ha estado usted
en Tierra Santa. ¿Qué experiencias destaca de su viaje?
He realizado dos viajes allí. Cuando escribí el
libro no conocía Tierra Santa y la historia me resultó muy difícil contarla
porque no conocía el terreno; lo fui descubriendo a base de estudiar libros y
de internet. Me llevé una gran alegría cuando descubrí, al visitar aquellos
lugares, que era tal como yo lo había visto. Sin embargo, el patear aquello me
resultó muy importante como escritor sobre el tema porque, si hubiese estado
antes, no habría cometido algún error al escribir el libro, ya que solamente
viviendo allí lo pude ver. Me explico: comenté en la obra que el itinerario de
Jesús hacia el patíbulo comenzaba en el palacio de Herodes, siguiendo el
parecer de algunos autores que decían que Pilato vivía en ese palacio cuando
visitaba Jerusalén porque era el más lujoso y de mayor categoría y, por tanto,
acorde a su dignidad de gobernador, y que fue allí donde se desarrollaron los
juicios, flagelación y condena y que de allí se saldría para el Calvario. Al
visitar la ciudad me di cuenta enseguida del error, pues en los alrededores de
la Torre de David, que son restos de dicho palacio, no había ningún ambiente de
peregrinos, sin embargo, en la zona de la Vía Dolorosa, que comienza donde
estuvo la Torre Antonia, el pretorio, estaba repleta de ellos, cosa que hay que
tener muy en cuenta.
También me llevé una gran alegría porque el motivo
de estos viajes era documentarme para escribir un segundo libro sobre la Madre
de Jesús y descubrí el lugar donde vivió Santa Ana, la madre de María, y no
solamente ella, sino que también allí vivió la Sagrada Familia. También estuve donde
fue el lugar de trabajo de carpintería de San José y de Jesús: hablo de
Zippori, donde están los restos de la iglesia cruzada construida sobre la casa
original de Santa Ana.
9. Actualmente está inmerso
en un nuevo proyecto literario. ¿Qué nos puede avanzar?
Ya lo anuncié en la respuesta anterior. Llevo tres
años ocupado en un libro sobre la Virgen que cuente su vida hasta la huida a
Egipto, que incluyo. Pero no desde un punto de vista religioso o espiritual,
sino aportando datos que iluminen cada hecho. Por ejemplo, cuento cómo fue
realmente lo de la estrella de los Magos y en qué fechas apareció, e ilustra
saberlo porque data la visita de los Magos a Jerusalén, con lo que uno se puede
replantear lo del 25 de diciembre; o el recorrido que hicieron hasta llegar a
Egipto y, una vez allí, dónde vivieron, que es muy difícil de saber porque hay
una documentación muy pobre, pero la historia ha resultado y tal vez lo que más
me ha llamado la atención.
10. Para finalizar, ¿su obra
es tanto para personas creyentes como para personas no creyentes?
Efectivamente. La escribí pensando en mis
pacientes, que los hay de todos los colores; me conocen desde hace muchos años
y respetan como soy. De la misma manera saben que no les voy a engañar, por eso
creo que vienen a mi consulta.
Pienso que la verdad es para todos; que hay que
quitarse los prejuicios de los que hablé antes y ver las cosas como son. Creo
profundamente en la veracidad del lienzo de Turín y que, siguiendo sus huellas,
uno puede saber con certeza cosas de Jesucristo; le han llegado a llamar el quinto Evangelio.
De la misma manera, también sé que hay sacerdotes,
obispos, e incluso cardenales que no creen en la reliquia, o que ponen reparos,
y esto es normal, porque la Iglesia no obliga a creer en ello, ya que no es
necesaria la fe en dicho lienzo. “Yo
solo creo lo que dice el Evangelio”, me dicen algunos, y yo les contesto que todo lo que pueda ilustrar de más
ese libro sagrado será de gran ayuda, pues como sabe el Evangelio tiene muchas
oscuridades, tales como: ¿en qué año nació Cristo?, o ¿estuvieron en la gruta
el buey y la mula?, o ¿fue histórico lo de los Reyes Magos?, y ¿por qué tres y
no cuatro?, ¿cuándo crucificaron a Jesús?, ¿antes de la fiesta judía de la
Pascua o después? (pues parece que en el Evangelio no está claro). ¿Cuál fue la
causa por la que san José no fue bien recibido en Belén, teniendo además en
cuenta que le acompañaba su joven mujer, embarazada y a punto de dar a luz, y dado
que él era perfectamente conocido, ya que allí nació, además de la madre de la
Virgen, Santa Ana? … Son detalles que no añaden nada pero que de conocerse
ayudarían a la imaginación, y de la Sábana Santa se extraen multitud de
pormenores de Jesús.
Gracias y enhorabuena por el
libro. Esperaremos impacientes la aparición de su segundo libro y espero
entonces poder volverle a entrevistar.