Buenos
días.
Roma, según la tradición romántica, cumplió el pasado 21 de abril 2.774 años. Los romanos conmemoraron su fundación que, según la leyenda, fue obra de los gemelos Rómulo y Remo, aquellos hermanos que fueron amamantados por una loba. Asimismo, Roma conmemoró los 150 años de su capitalidad italiana. La alcaldesa de la ciudad eterna, Virginia Raggi, y según recogió la agencia de noticias EFE, señaló que “Estamos atravesando un momento decisivo en la historia de nuestra ciudad: todos los romanos tenemos que derrotar a la COVID y reavivar la economía. Tenemos que mantenernos firmes y seguir adelante, ayudándonos unos a otros. Roma ya ha pasado por tiempos difíciles en su milenaria historia, también superará este”.
Por otro lado, la Società Sportiva Lazio cumplió en enero 121 años de existencia. Asimismo, el otro equipo de fútbol capitalino, la Associazione Sportiva Roma, cumplirá 94 años el próximo mes de mayo. Lazio y Roma son dos de las grandes escuadras del fútbol italiano y máximos rivales entre sí.
Quizá se pregunten por qué hemos comenzado hablando de la fundación de Roma y de la de sus equipos de fútbol, así como por la relación entre ellas. Pues bien, en cuanto desgranemos un poco más este análisis lo entenderán perfectamente. Y es que nos falta la tercera pata de esta historia, que es la que enlaza la ciudad, el fútbol y, sobre todo, la fe y la determinación de un joven. Se trata de Samuel Piermarini, quien, como informó la agencia EFE, el 23 de enero de 2010 recibió un fax de la Roma en el que le confirmaban su intención de ficharlo como segundo portero para su equipo sub-17. El propio entrenador, Andrea Stramaccioni, llamó por teléfono a Piermarini para confirmarle que podía fichar por el equipo romano. Así pues, estaba a punto de cumplirse el sueño de cualquier joven futbolista. Sin embargo, algo frustró ese fichaje. Piermarini rehusó la oferta de la escuadra romana porque decidió seguir su vocación religiosa. Así, en 2011 ingresó en el seminario y ayer fue ordenado sacerdote, junto con otros compañeros, por el papa Francisco.
Seguro
que poca gente será la que comprenda la decisión de Piermarini. Yo mismo me
pregunto cuán grande tiene que ser la fe de este joven que decidió abandonar
una brillante carrera como deportista por abrazar los hábitos. ¿No hubiera sido
posible ordenarse sacerdote una vez retirado del fútbol? ¿No se contempla en la
Iglesia la posibilidad de combinar el sacerdocio con el deporte de élite? Sea
como fuere, noticias como esta son las que nos hacen reconciliarnos con la
vida, sobre todo a los creyentes. En estos momentos siento admiración por Samuel
Piermarini, quien se convirtió en el mejor portero de la Clericus cup, el campeonato futbolístico de los seminaristas de
Roma. Pero, sobre todo, desde ayer se ha convertido en un verdadero ejemplo
para todos.
Por
cierto, entre los nueve seminaristas que ayer el papa ordenó sacerdotes se
encontraba también Riccardo Cendano, un exdirector de cine de 40 años.
Desde
la capital del Somontano, ¡Feliz semana!
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