'El análisis' (lunes, 3 de diciembre de 2018)
Buenos días.
España
ha vuelto a hacer el ridículo más espantoso en el ámbito internacional y, de
nuevo en esta ocasión, gracias a la política de pose y foto de Pedro Sánchez y
su Gobierno.
Como
podrán adivinar, me estoy refiriendo a ese mal chiste de que España había
conseguido “un triple blindaje” sobre Gibraltar. Debo confesar que, días antes
del pomposo anuncio del presidente del Gobierno referente al acuerdo con Gran
Bretaña y Bruselas, creí que Pedro Sánchez estaba actuando con firmeza y lealtad
y que votaría en contra del acuerdo del brexit
alcanzado entre la UE (Unión Europea) y el Reino Unido si no se eliminaba o
modificaba el artículo 184 que el Ejecutivo de Theresa May había introducido o,
mejor dicho, colado por toda la escuadra al acuerdo de salida de Gran Bretaña
de la UE. Reconozco que fui un ingenuo. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando vi y oí a
Pedro Sánchez anunciar a bombo y platillo que España había conseguido, nada más
y nada menos, que “un triple blindaje” en torno a la cuestión Gibraltar.
Resulta que esa tríplice coraza no son más que tres cartas de Donald Tusk,
presidente del Consejo Europeo; de Jean-Claude Juncker, presidente de la
Comisión Europea; y de Tim Barrow, embajador británico ante la UE. Tres cartas
de buenas intenciones que no tienen ninguna validez jurídica, es decir, papel mojado. De hecho, el propio
Barrow, Theresa May y, hasta el histriónico Fabian Picardo ya han contradicho a
Pedro Sánchez.
También
es importante recordar que el acuerdo final no ha incluido la cláusula 24 del
borrador que establecía que cualquier relación futura de Gibraltar con la Unión
Europea debería pasar por el acuerdo de España y del Reino Unido.
Gibraltar
pertenece a Gran Bretaña desde la firma del Tratado de Utrecht en 1713, un
tratado que los británicos han ido incumpliendo reiteradamente. En el documento
firmado en el siglo XVIII se dice textualmente que “dicha propiedad se ceda a
la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna
abierta con el país circunvecino por parte de tierra”, por lo que solo el Peñón
se cedía al Reino Unido, y no así el istmo en el cual se ha construido
ilegalmente un aeropuerto, ni tampoco ningunas aguas territoriales. Por cierto,
en la ocupación previa de Gibraltar por parte de los ingleses en el año 1704 la
mayor parte de los civiles del lugar tuvieron que exiliarse a territorios
vecinos y otros muchos tuvieron que huir del Peñón para no ser asesinados.
Posteriormente Gibraltar fue repoblado con ciudadanos venidos de otros lares,
sobre todo de Génova y Malta.
Desde
hace años Gibraltar es un paraíso fiscal. Es un territorio de apenas 7 km2 con
poco más de 32.000 habitantes y, sin embargo, tiene registradas unas 18.000
sociedades, según las autoridades locales; 24.000, según la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos); y entre 30.000 y 80.000 según
otras instituciones. Entre las principales empresas se encuentran
las de juegos y apuestas online. Con
el brexit, el Peñón saldría de la UE
y podría verse abocado a perder sus privilegios como paraíso fiscal mientras
que España debería hacer valer su posición para acabar con este anacronismo
histórico. Sin embargo, vista la negociación del Gobierno de Sánchez, será
harto difícil que cambie algo a pesar del “triple blindaje” del que presume el
presidente español. Paradójicamente, el Parlamento británico es quien puede cambiar
esta situación el próximo 12 de diciembre si decide tumbar la propuesta de brexit de Theresa May.
Desde
la capital del Somontano, ¡Feliz semana!
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