Foto: Congreso de los Diputados.
'El análisis' (lunes, 29 de octubre de 2018)
Buenos
días. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define bumerán como “Arma arrojadiza, propia de los indígenas de
Australia, formada por una lámina de madera curvada de tal manera que, lanzada
con movimiento giratorio, puede volver al punto de partida”. Asimismo,
define el efecto bumerán como el “Resultado de una acción que se vuelve contra su autor”.
Desconozco
si Pablo Iglesias ha estado alguna vez en Australia, pero lo que es
notoriamente palpable es que domina a la perfección el uso del bumerán, de
hecho, como muchos de los dirigentes de Podemos. Hace pocos días conocimos que
el secretario general de la formación morada va a tener escolta policial las 24
horas del día, al igual que su pareja y portavoz del Grupo Confederal Unidos
Podemos-En Comú Podem-En Marea en el Congreso de los Diputados, Irene Montero,
a cargo del Ministerio del Interior. Asimismo, el chalet de Galapagar donde
vive la pareja también estará protegido por agentes las 24 horas del día. Esta
decisión la ha tomado la Secretaría de Estado de Seguridad, a petición de Pablo
Iglesias, y de acuerdo con los informes policiales preceptivos de la Comisaría
de Seguridad Ciudadana. Hasta aquí, nada que decir, pues la seguridad de
nuestros dirigentes políticos ante posibles amenazas es, como no podía ser de
otra manera, de una lógica y juiciosa prioridad.
Sin embargo, creo que Pablo Iglesias debería
disculparse con los propios agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado. Y es que en noviembre de 2012, el secretario general de Podemos lanzó
su bumerán tan fuerte que, seis años después, le ha retornado dándole de lleno
en toda la cara. El 14 de noviembre de 2012, en su programa televisivo LaTuerka, Iglesias dijo: “¿Sabéis lo que
creo?, que a los que gobiernan en
este país los pies les huelen a franquismo y que a muchos policías se les
debería caer la cara de vergüenza cuando en lugar de
defender a la gente, se convierten en matones al servicio de los ricos”. Al día siguiente, Iglesias lo publicó
en su cuenta de Twitter.
Lo
que son las cosas. Yo no sé si Pablo Iglesias se considerará a sí mismo un “rico” y si pensará que sus escoltas
policiales son unos “matones”. Al
respecto y, de manera objetiva, podemos establecer dos axiomas: primero, que
los policías no son ningunos “matones”
y, segundo, que Pablo Iglesias forma parte de las personas “ricas”, adineradas,
pudientes o acaudaladas de este país, cosa que no merece absolutamente ninguna
reprobación, más bien todo lo contrario, siempre que estas personas hayan
conseguido su prosperidad económica mediante medios lícitos. Aquí el problema
radica en que el secretario general de Podemos se pasa media vida
despotricando, cuando no insultando, a lo que llama “casta política” y que, en realidad, no es más que su fiel reflejo.
Desde
la capital del Somontano, ¡Feliz semana!