Análisis del relato LAS NUTRIAS NO PIENSAN EN EL FUTURO
(de Ese chico pelirrojo al que veo cada día, de Ana María Moix)
Este relato es una parábola comparativa (frecuente en la estética novísima) entre dos realidades: la de la historia y la de la vida real. Se establecen tres paralelismos: el primero, entre el niño (del cuento) y el ser humano (de la realidad); el segundo, entre el loro (ficticio) y la sociedad, con todo lo que esta conlleva, (de la vida real) y, por último, el tercero se da entre las nutrias y el hombre conformista y totalmente pasivo (de nuestra cotidianidad real).
El hombre (el niño) de nuestra
actualidad es un ser que, en muchas ocasiones, se deja manipular por el
entorno. Hoy en día parece que lo más frecuente y lo más normal, o quizá lo más
cómodo, es dejarse llevar por las circunstancias y por los acontecimientos. En lugar
de intentar cambiar los roles, las estéticas o los factores sociales
imperantes, existe una tendencia a intentar cambiarse a uno mismo para
asemejarse a los condicionantes externos. Y, en otros casos, el ser humano
arremete contra todo y contra todos, aun cuando no lleva razón, para intentar
forzar un cambio en lo que le rodea, debido a la situación de agobio y
frustración que le transmite un sentimiento de rebeldía ante la sociedad. Por
tanto, en general, es el hombre el que intenta asimilarse a los factores que le
presionan. Estos factores o condicionantes
(que en la historia vendrían
representados por el plumífero) marcan unas pautas en nuestra sociedad que
presionan constantemente a la persona como ente individual, pero que la
enmarcan en un ente global y genérico sin el cual parece que se hace difícil
identificar al ser humano. Por último, viendo que no se puede salir de esta
situación o, quizá mejor, viendo que es muy difícil y que requiere mucho
esfuerzo, existen aquellas personas (las nutrias en el relato) que deciden no
involucrarse, no razonar demasiado y asumir por inercia los roles que les
vienen marcados desde las directrices de la sociedad y de lo establecido. Todo
ello recuerda, en cierta manera, el relato “Correo urgente”.
Ana María Moix. |
Ana María Moix ha querido reflejar el sentimiento
de androide o de robot, caracterizados por su falta de
razonamiento, que produce nuestra sociedad. Quizá estas ideas se asemejen a
principios idealistas, pero lo cierto es que aquel que se deja arrastrar por su
originalidad y creatividad, o aquel que deja espacio a su imaginación o que
intenta desmarcarse de los principios establecidos es etiquetado como el que va
errado, como el que se equivoca y, en definitiva, se convierte en el prototipo
de persona que la sociedad no quiere aceptar y, a su vez, esto se debe
fundamentalmente a la impotencia que produce el no poder comprender este
comportamiento. Esta incomprensión es la barrera que dificulta más la
aceptación de esta conducta e incluso el cambio paulatino y plural de nuestros
propios comportamientos. Estas ideas o impresiones son perfectamente aplicables
a todos los campos de nuestra vida: en el propio existir; en el arte; en la
literatura; en el terreno laboral; en las cuestiones sentimentales; etc.
Algunas cuestiones interpretativas de este relato, así como de toda la obra (Ese chico pelirrojo al que veo cada día), puede variar de una lectura a otra ya que sus líneas permiten distintas concepciones aunque sin romper la misma exégesis general.
Hola Hector,
ResponderEliminarno siempre lo que viene después es un avance. En ocasiones hay que dejar las posturas cómodas y ser activos. ¡Qué sería del Mundo si todas las personas fuéramos como esas nutrias!
Un saludo y gracias por compartirlo.
Hola, Francisco:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, yo soy de los que cree y actúa por aquello que cree que es justo. Día a día nos labramos nuestro destino.
Un saludo.