La cultura y la formación de nuestro personaje se refleja en El
príncipe. Sus vastos conocimientos de la Antigüedad clásica greco-latina
son muy importantes tal y como se verá a través de la ejemplificación de la que
hace gala a lo largo de la obra. Además, Maquiavelo tenía un amplio
conocimiento de la lengua latina, aspecto que podemos comprobar en la
titulación de los veintiséis capítulos interiores del libro. Asimismo, el autor
hace uso de latinismos como item,
solum, etc.
Si nos centramos ahora en el estilo y en la forma, aunque esta sea a
través de la traducción castellana de Helena Puigdoménech, observamos las
complejas estructuras gramaticales que Maquiavelo utiliza. Como durante todo el
Renacimiento, Maquiavelo concibe todas sus obras (incluidas las de temática
política) como escritos literarios. Estamos ante un libro en forma de tratado,
un tratado sobre el Príncipe y el Principado fundamentalmente. El modelo
literario, estilístico y conceptual del autor es, sin duda, el modelo latino.
Maquiavelo no se rige por ninguna estructura rígida del Renacimiento italiano.
Las anáforas, así como multitud de preguntas retóricas, se repiten a lo largo
del libro. La sintaxis está muy estructurada y tiene un punto de complejidad y,
aunque quizá pueda parecer extraño, no aparecen palabras pomposas ni ornamentos
léxicos grandilocuentes. El léxico elegido por el autor se ciñe a la pauta de
transmitir, de modo práctico, los consejos políticos para un futuro príncipe
gobernante. Estas intenciones aparecen explícitamente citadas en la carta de
dedicatoria de Il principe.
Enérgico, sólido, directo, incisivo…, estos son, sin duda, adjetivos
que también pueden caracterizar, desde otra vertiente, el estilo de Maquiavelo
en El príncipe. A pesar del pragmatismo de esta obra, Maquiavelo es
también capaz de levantar pasiones y reacciones emotivas a través de la misma.
Hola Héctor,
ResponderEliminarojalá los políticos de hoy en día tuvieran una décima parte de la cultura de Maquiavelo. Seguro que nos iría mejor a todos.
Un saludo
Hola, Francisco:
ResponderEliminarYo añadiría que ojalá los dirigentes políticos, en general, tuvieran mucho más sentido común. De este modo, seguro que las cosas irían mejor.
Un saludo.
Héctor