Prohibido suicidarse en primavera es uno de los dramas más destacados y conocidos de Alejandro Casona. Se estrenó en Méjico el 12 de julio de 1937, donde Casona estaba exiliado a raíz de la Guerra Civil. El dramaturgo asturiano pertenece a la Generación del 27 y en sus obras en general y, en esta en concreto, destaca la hiperbólica idealización que hace del conflicto dramático. El drama casoniano es totalmente complejo ya que cohabitan diferentes dramas dentro de la misma obra.
La Naturaleza es temática y principio básico tanto en las obras de Casona como en su propia vida personal. Las leyes de la Naturaleza parecen regir la creación del dramaturgo. Otras características casonianas son el enmascarar la realidad y jugar con sutiles matices del arte de ver y creer lo contrario de lo que a priori parece. Concretamente, en Prohibido suicidarse en primavera, todo resulta ser lo opuesto a lo que se nos presenta en un primer momento o, mejor aún, a lo que el lector y/o espectador percibe al principio. El autor es un arduo defensor de la vida, hecho que queda patente a lo largo del libro. Todo resulta ser antagónico. El lector redescubre poco a poco la trama y el mensaje alrededor del suicidio y de las causas que pueden conllevar al mismo. El “Hogar del Suicida” que se nos presenta en el primer acto acaba convirtiéndose en un “sanatorio de almas”. Con suma maestría Casona combina lo trágico con lo sumamente gracioso para reconducir la actitud negativa de sus personajes hacia una conducta totalmente renovada en lo espiritual y caracterizada ahora por una llama de esperanza que, poco a poco, los conduce hacia la curación del alma y, por consiguiente, a apartar de sus mentes la idea del suicidio. En este cambio actitudinal vuelve a ser fundamental la presencia de la naturaleza: la primavera como fuerza vital, lagos fabulosos, árboles frondosos, flores a doquier, montañas que se yerguen cual murallas naturales que protegen el sanatorio, etc.
El responsable del “sanatorio de almas” es el doctor Roda, discípulo a su vez del fallecido doctor Ariel, fundador del Centro. El director de esta institución es quien conseguirá, con la ayuda de la propia psicología de los personajes, del ambiente y paisajes naturales y del instinto humano de la supervivencia, reconducir las vidas de los presuntos suicidas que han acudido allí para quitarse la vida. Casona nos presenta diferentes casos de sufrimiento (mal de amores, soledad, olvido…) emparentados todos ellos con el mundo urbano y material. En el otro extremos se encuentra la Naturaleza y las virtudes, todas ellas vitales, que representa; paz, sosiego y redención.
El autor consigue transmitir fe y esperanza a un lector y/o espectador que, en un primer momento, solo veía desesperación y tristeza. No debemos caer en el error de creer que el libro es solo una secuencia acongojante entre la vida y la muerte porque, en realidad, Casona nos hace, paradójicamente, sonreír desde la primera acotación cuando nos refiere el nombre de la institución en la que se desarrollarán los hechos: el “Hogar del Suicida”.
La Naturaleza es temática y principio básico tanto en las obras de Casona como en su propia vida personal. Las leyes de la Naturaleza parecen regir la creación del dramaturgo. Otras características casonianas son el enmascarar la realidad y jugar con sutiles matices del arte de ver y creer lo contrario de lo que a priori parece. Concretamente, en Prohibido suicidarse en primavera, todo resulta ser lo opuesto a lo que se nos presenta en un primer momento o, mejor aún, a lo que el lector y/o espectador percibe al principio. El autor es un arduo defensor de la vida, hecho que queda patente a lo largo del libro. Todo resulta ser antagónico. El lector redescubre poco a poco la trama y el mensaje alrededor del suicidio y de las causas que pueden conllevar al mismo. El “Hogar del Suicida” que se nos presenta en el primer acto acaba convirtiéndose en un “sanatorio de almas”. Con suma maestría Casona combina lo trágico con lo sumamente gracioso para reconducir la actitud negativa de sus personajes hacia una conducta totalmente renovada en lo espiritual y caracterizada ahora por una llama de esperanza que, poco a poco, los conduce hacia la curación del alma y, por consiguiente, a apartar de sus mentes la idea del suicidio. En este cambio actitudinal vuelve a ser fundamental la presencia de la naturaleza: la primavera como fuerza vital, lagos fabulosos, árboles frondosos, flores a doquier, montañas que se yerguen cual murallas naturales que protegen el sanatorio, etc.
El responsable del “sanatorio de almas” es el doctor Roda, discípulo a su vez del fallecido doctor Ariel, fundador del Centro. El director de esta institución es quien conseguirá, con la ayuda de la propia psicología de los personajes, del ambiente y paisajes naturales y del instinto humano de la supervivencia, reconducir las vidas de los presuntos suicidas que han acudido allí para quitarse la vida. Casona nos presenta diferentes casos de sufrimiento (mal de amores, soledad, olvido…) emparentados todos ellos con el mundo urbano y material. En el otro extremos se encuentra la Naturaleza y las virtudes, todas ellas vitales, que representa; paz, sosiego y redención.
El autor consigue transmitir fe y esperanza a un lector y/o espectador que, en un primer momento, solo veía desesperación y tristeza. No debemos caer en el error de creer que el libro es solo una secuencia acongojante entre la vida y la muerte porque, en realidad, Casona nos hace, paradójicamente, sonreír desde la primera acotación cuando nos refiere el nombre de la institución en la que se desarrollarán los hechos: el “Hogar del Suicida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario